Este modelo de trabajo se enriquece de los recursos de los distintos miembros de la familia. Se aplica en situaciones/familias que buscan superar crisis, solventar tensiones, mejorar la comunicación, así como en otras más preventivas como preparación frente a cambios estructurales: llegada de un nuevo miembro (nacimiento de un/a hijo/a, adopciones, formación de una nueva pareja, etc.), rupturas (separaciones, divorcios) enfermedades o fallecimiento de algún miembro de la familia, etc.
Algunas familias se benefician especialmente de este enfoque: aquellas donde existen niños/as y adolescentes que presentan problemas de comportamiento, cuando se
presentan conflictos de pareja que repercuten en los/las hijos/as, aquellas en las que se han dado acontecimientos vitales estresantes (divorcio, enfermedad o muerte de algún miembro de la familia, adopciones, migraciones, etc.).
Nos encontramos constantemente con grandes oportunidades que están brillantemente enmascaradas con problemas irresolubles
(Margaret Mead)